9.30.- Había olvidado lo desesperante que es viajar en automóvil a través del desierto chileno. Estoy completamente sudado y aún me faltan dos horas para llegar a Arica. Mi primer punto. Estoy detenido a un costado de la carretera, a unos cuantos metros antes de comenzar a bajar la cuesta de Chaca. La primera gran quebrada que existe antes de llegar a la ciudad de la eterna primavera. Son doce kilómetros que descender. Oriné y ahora estoy escribiendo con las puertas abiertas del auto. Aún no me refresco. AL otro lado del camino hay una destartalada posada de camioneros. Pensaba que estaba vacía si no fuera porque hay una antena de televisión satelital. Lo más extraño de todo es que llevo diez minutos y no pasa ningún vehículo. Estoy en medio de la nada.

11.00.- El tramo hasta Arica será más largo de lo que esperaba. La Cuesta de Camarones es inmensa. Bajé y subí más lento de lo que esperaba. El vacío me asustó. Manejé lento. Luego de pasar el control del Servio Agrícola y Ganadero que está ubicado en el poblado de Camarones, avancé unos cuantos metros. Tras unos matorrales me detuve y oriné. No sé por qué pero encuentro sexy orinar en medio del campo. Si no fuera porque Claudia estaba esperándome en el auto me hubiese masturbado en ese mismo lugar. Ella es mi compañera de viaje. Somos solo amigos. Más adelante hablaré sobre ella y como terminamos.

A unos doscientos metros está el nuevo puente de camarones. El año pasado el río se lo llevó luego que las lluvias en el altiplano chileno aumentaron el caudal. Me percaté que estoy en un punto estratégico. Aquí se unen dos valles. Sólo uno de ellos lleva agua. El otro es un terreno yermo que denuncia que hubo una corriente millones o cientos años atrás. Y pensar que el Ejército Chileno caminó por este lugar desde Copiapó durante la Guerra del Pacífico.